Yolanda Garfia. Directora de El Rincón de Mindfulness

En esta nueva sociedad, repleta de conexiones virtuales, la práctica de la atención plena nos enseña a conectarnos de una forma distinta, plena y amable, con presencia genuina.

Para ello aprendemos primero a escucharnos sin interrupciones. Continuamente nuestra mente nos tiene en un estado de diálogo interno, pero en el que no nos escuchamos. Tan solo pasamos de un pensamiento a otro y, de forma casi asombrosa, el diálogo nos lleva de un momento a otro, pero a ninguno en el presente. Y es en este preciso momento, en el presente, en el único que podemos escucharnos, porque es aquí y ahora donde podemos sentir, oír, ver, oler o tocar todo aquello que está presente, aquello que nos hace sentir despiertos y que, hasta ahora, estaba oculto tras todo ese diálogo interno acerca de lo que nos pasó y de lo que creemos que nos pasará.

Todo lo que tenemos que escuchar es todo lo que está aquí, presente, para nosotros. Parémonos, en silencio, y observemos, momento a momento, cómo nos sentimos. Es desde ahí desde donde podemos establecer una comunicación con el otro, una escucha en la que no enjuiciemos lo que sentimos y, así, podernos expresar de una manera asertiva, respetándonos y, al mismo tiempo, recibiendo sin juicio aquello que nos dicen.

Si hemos aprendido a escucharnos de forma sincera, aceptándonos y no juzgándonos, podremos ofrecer una escucha plena en nuestras relaciones.

Te propongo un sencillo entrenamiento. Para. Detente en silencio y atiende los sonidos y observa todo lo que tu mente hace. Soltando los pensamientos y escuchando el sonido, como si fuera la primera vez, observando cómo aparece en el campo de la consciencia y desaparece luego. Deja que lleguen a ti los sonidos y permítete un momento de ser, acompañando el fluir del mundo sonoro del momento.

Otra práctica que te recomiendo es la escucha activa. Proponte escuchar con todos tus  sentidos, sin interrumpir, y cada vez que la mente comience su dialogo interno, deja ir todo lo que te saque del ahora, para volver a la escucha. No des consejos, a veces las personas solo necesitan que les escuchen, pero tu mente, con su tendencia al hacer, busca aconsejar, compara con tu experiencia pasada y te lleva a interrumpir la escucha. Cuando esto te suceda, suelta. La clave  está en volver a escuchar al otro y en abandonar tu dialogo interno.

No dejes que los pensamientos te saquen del momento y distorsionen la realidad, tiñéndola del color del velo tejido con nuestras expectativas, experiencias pasadas, temores y juicios.

La vida está llena de momentos de conexión y de ti depende hacerlos plenos.

Párate, respira, atiende y, entonces, conéctate.